Vivimos a la altura de nuestros ojos,entre los átomos y las estrellas

lunes, 23 de noviembre de 2009

Historias de un otoño muy temprano ( o de cómo nos hacemos viejos)


La sutil diferencia entre lo que es y lo que no es.
Esa hoja,está enganchada de ese arbol por un extremo prácticamente inexistente...prácticamente. Esa hoja está sujeta más que físicamente psicologicamente (la psicología de las hojas otoñales,el frío, el viento, la calma) y esa unión es casi tan estrecha como la de la pareja que justo pasa por debajo de ese árbol en ese momento.
El chico ha cogido cuidadosamente uno de los dedos de la mano izquierda de la chica (undostres al escondite inglés) y lo ha rodeado como si de su vida se tratara,transparente,lúcida y sin futuro pero con un presente abierto.
Ella no le ha negado,le ha mirado y ha sonreído...está disfrutando del roce cómo si de la caricia más placentera se tratara,lo está sintiendo como un apego,cómo algo que nunca faltará (en los vértices del tiempo)...
La hoja ha caído encima (la brutalidad de los días,las fuerzas que flaquecen) sobre ésta misma,y con una sonrisa de todos los colores se la ha retirado y la hoja sigue cayendo hasta (frena frena,para) que un niño se ha percatado de tal caída.
Casi sus ojos están tan iluminados cómo los de la pareja anterior.
La mira,la remira (es mi hoja,es mi hoja) y la da vueltas y la zarandea. La besa,la vive,la respira,la canta,la abraza,la lleva,la trae,la mira y la remira.

Cuidadosamentela la guarda,en su bolsillo.
La guarda,cuidadosamente para que no se arruge,no se parta ni se lastime (con lo bien que suena un montón de hojas marrones bien pisadas,con lo bien que suena desde mi ventana) y busca ardientemente la mano de su madre,que cómo si de una comunicación mental se tratase sabe que su niño le necesita.

¡Quién fuera hoja!
Quiera fuera hoja con forma de estrella,con forma de araña,con esas arrugas tan preciadas,esos picos,esa textura...siempre guardada en el bolsillo de ese niño,siempre recordada por el árbol que la dejó caer por su propia ley de la gravedad y siempre grabada en la memoria del hombre que vió cómo esa chica tan importante en su vida se la retiraba del pelo con una sonrisa en los labios.

1 comentario:

  1. No sé cómo explicar que somos tanto hojas que desean perdurar, como la mano que las retira del pelo.

    Yo más bien desearía ser niña para tomar sin dudar.

    ResponderEliminar