Vivimos a la altura de nuestros ojos,entre los átomos y las estrellas

jueves, 3 de septiembre de 2009

La vida es ahora.





Podía ver los hilos rotos y sueltos por el suelo, habían tornado la habitación un poco más obtusa y todo tomaba un aire de complicidad escondida.


De lejos se podía oír un disco que giraba sin cesar, que sonaba ya como gastado y que sin embargo no dejaba de escupir todas las notas que en ese momento quería escuchar, y aún en el segundo cuarentaidos emocionaba con el estruendo de violines embrujados.


Un olor a sal. El olor del mar.


El tacto de la lija.
De la seda.


Entre la cortina y una luz de sol de enero (esos soles a los que no les apetece brillar) encontró la paz y después de algunos meses se puso a respirar.

¡Respirar! Después de tanto tiempo...

Inhaló tanto oxigeno que casi le entraban ganas de llorar, porque a veces duele.


Duele respirar.

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